11 de diciembre de 2013
Parece que hay personas cuya vida –¿y muerte?– están dedicadas a un solo propósito. Y todo indica que en el caso de Nelson Mandela tal propósito fue la reconciliación.
Parece que hay personas cuya vida –¿y muerte?– están dedicadas a un solo propósito. Y todo indica que en el caso de Nelson Mandela tal propósito fue la reconciliación.
Cualquiera
creería que aquel hombre nacido en 1918, perteneciente al clan Madiba, que vivió
la mayor parte de su vida entre el rechazo y la segregación hubiera tenido la
violencia como respuesta habitual ante las injusticias que vivió. No fue así.
Basta revisar su vida para darse cuenta que la rudeza fue su última respuesta y
la paz y la reconciliación sus banderas habituales.
La presidencia de Sudafrica, cincuenta doctorados honoris causa entregados por distintas universidades del
mundo y un premio nobel de la paz lo avalan.
Pero una consecuencia más de su grandeza se produjo todavía ayer, martes 10, cuando en el
homenaje que se le rindió después de su muerte ocurrida días antes, se
encontraron frente a frente Barack Obama y Raúl Castro, presidentes de Estados
Unidos y Cuba respectivamente. Como sabemos ambos países tienen más de
cincuenta años sin relaciones. Lo bueno fue que el sentido común, y la memoria
del líder caído, motivó que ambos gobernantes intercambiarán un apretón de manos,
dos grandes sonrisas y unas cuantas palabras…¿efecto Mandela?
Qué
curioso que el episodio anterior haya ocurrido justo el día internacional de
los derechos humanos. Y que agradable saber que en su discurso Obama dijo lo
siguiente:
"Hay muchos de nosotros que
alegremente abrazamos el legado de reconciliación racial de Madiba, pero
resistimos apasionadamente incluso reformas modestas que podrían desafiar la
pobreza crónica y la creciente desigualdad”.
Pero
más curioso todavía es saber que la única ocasión que Mandela hizo un llamamiento a las
armas fue en 1961, justo el año que crecía el descontento entre Cuba y Estados
Unidos, justo el año que nació Barack Obama…¿será acaso que el Presidente
Estadounidense está predestinado ahora a hacer validas sus palabras y buscar la reconciliación, no racial, pero si ideológica?
¿O tu qué crees?