Diversión aérea
Hace meses participé en el desfile conmemorativo al
día del trabajo: marchas, bocinas, banderas,
pancartas, demandas y desorden. “Nada nuevo”, pensaba. Antes de retirarme
eché un vistazo alrededor y encontré algo que me retuvo: se trataba de un
objeto que volaba a menos de 80 metros de las cabezas de la multitud. Atraído
por el mini avión me senté a verlo
durante unos minutos hasta que volvió a su dueño, un reportero que lo
manipulaba a control remoto. Después supe que lo usaba para fotografiar el
evento. Ese fue mi primer y tardío “contacto” con un drón.
Desde entonces pensé poco en aquel suceso, sin
embargo éste vino de nuevo a mi mente hace unos días en que leí en un buen libro la
historia de un joven mexicano que a sus 26 años disfruta el éxito y reputación
de ser uno de los principales expertos sobre drones en el mundo. La verdad
quedé tan fascinado con ella que me gustaría compartirla con quienes todavía no
la conocen:
¿Sueños frustados?
Piensen en lo siguiente: un niño diagnosticado con
déficit de atención con hiperactividad, travieso, mal alumno, expulsado de
cinco escuelas y a quien las maestras aconsejan medicar. Al parecer solo le
apasionan los aviones y pasar el día jugando con sus legos… ¿le pronosticarían
un buen futuro?
Resulta que ese niño existió: su nombre es Jordi
Muñoz. Después terminó de milagro su educación básica y se hizo adolescente.
Tras estudiar el bachillerato en Baja California viajó a la ciudad de México
para estudiar ingeniería aeronáutica en el IPN, pero lo rechazaron dos veces. La
decepción fue enorme para Muñoz. Con el sueño frustrado de ser ingeniero regresó
a la ciudad de Tijuana y se dedicó a vender tacos.
Con el apoyo de sus padres, este joven que entonces
tenía 19 años regresó a estudiar en una universidad privada de su ciudad y todo
parecía tomar rumbo de nuevo hasta que, un año después, embarazó a su novia.
Asustados, su novia y él escaparon a Estados Unidos aprovechando que ella tenía
la doble nacionalidad. Sin papeles, sin estudios y lo más importante, sin dinero,
Jordi se dedicó a cuidar al bebé en su casa y a navegar por internet mientras
esperaba la llegada de un permiso para trabajar en EU.
El golpe de suerte llegó cuando Jordi encontró un
blog creado por Chris Anderson de apenas 14 miembros llamado DIY Drones (Do It
Yourself Drones = Drones hechos por uno mismo). Muñoz pudo mostrar su
creatividad cuando propuso en el blog
una manera de armar un drón utilizando piezas de su Nintendo Wii, un
helicóptero de juguete y, especialmente, una plataforma de apenas 30 dólares en
lugar de las de 500 que empleaban los demás blogueros. Jordi lo hizo volar a
control remoto, le tomó fotografías y videos y los compartió en el blog
disculpándose por su “mal inglés”. Obviamente Jordi y su invento causaron
sensación.
Desde entonces y hasta la fecha Jordi Muñoz, con el
apoyo de Anderson han causado revuelo en lo que al diseño, uso y
comercialización de drones civiles se refiere. Desde 2012 Muñoz es el
Presidente de 3D Robotics, una empresa que para el próximo 2015 pretende
aumentar sus ganancias hasta la nada despreciable cantidad de 60 millones de dólares
cuando la legislación de EU cambié y permita extender el uso de los drones para
que distintas empresas entreguen con ellos paquetes o pizzas a domicilio, o que
los salvavidas rescaten a personas llevándoles un flotador, que los campesinos monitoreen
sus cultivos y sepan con certeza qué productos químicos les funcionan…en fin
tantos usos como la imaginación lo permita.
Esta historia me llena de felicidad no solo porque
Jordi Muñoz es mexicano o porque sea un ejemplo fascinante del uso de la
creatividad, sino porque nos demuestra que el internet es más fuerte que las
barreras que imponen los títulos, el dinero y el idioma.