martes, 21 de julio de 2015

La sierra de la yesca: primer año inolvidable


Por: Román González Arellano,
Licenciado en educación primaria

Era el 1° de Junio de 2007. Inolvidable la fecha. Después de pasar por periodos difíciles cargados de esfuerzo, dedicación, paciencia, frustración, amargura, por fin recibí de manos de la jefa de departamento las órdenes de adscripción que me acreditarían como maestro de primaria foráneo. Recuerdo que, ante el nombramiento que me fue otorgado, llegaron a mi mente un sinfín de sensaciones que por un instante me dejaron pasmado y perplejo: alegría, felicidad, emoción, sorpresa, incredulidad, golpetearon mi corazón de tal forma que aceleraron mis pulsaciones a revoluciones inesperadas; mi madre, al saber la noticia, rompió en llanto y me estrechó con un gran abrazo lleno de lo más sublime, lo que me hizo entrar en razón y darme cuenta de una gran verdad: por fin cumpliré mi sueño de trabajar en una escuela primaria e impartir cátedra a las futuras generaciones.

Después de saber dónde comenzaría a acumular kilometraje magisterial, preparé mis pertenencias personales y mis ilusiones para iniciar esta gran aventura. Destino: la región sierra. Durante el viaje hacia Puente de Camotlán (travesía que me marcaría de por vida), contemplé hermosos paisajes que adornaban el camino. Ver deslizarse el chorro de agua por los cerros es bastante relajante. Apreciar los verdes valles que adornan el paisaje, generaban en mí una paz única. Ver este bello espectáculo natural, hacían que las 8 horas de viaje pasaran desapercibidos.

Al llegar a Puente de Camotlán, La Yesca, me encontré con una grata impresión. No era aquél lugar desolado e inhóspito como el que yo imaginaba. En lugar de eso encontré un rinconcito en el cielo. Siempre expresaré mi más grande admiración por las personas que habitan esta sucursal del paraíso. Individuos trabajadores, respetuosos, amigables, honestos y, acorde a sus posibilidades, extendieron siempre su mano amiga. Eran ángeles que descendieron de los campos elíseos; aquella calidad humana, me motivó a poner en práctica una didáctica de enseñanza capaz de cumplir con las expectativas educativas. Además, que ayudaran a refrendar el compromiso profesional que tenemos con la sociedad. Por lo que traté de aplicar lo que aprendí en la normal urbana y en la maestría: diseñar una planeación de clases que le brindara a los niños la oportunidad de mostrar lo que sabían, reconocer lo que no han adquirido y refrendar un pacto, respecto a lo que van a aprender y cómo lo pueden aplicar en su vida diaria. Al forjar dichos compromisos, se echó a andar una metodología que brindó grandes satisfacciones para aquellos que tuvimos la oportunidad de llevarla a cabo. Padres, alumnos y su maestro iniciaron una travesía de muchos aprendizajes, comunicación permanente, actualización constante y la inclusión de las tecnologías educativas en el aula. Con el programa enciclomedia, se pusieron en práctica juegos interactivos, videos, la enciclopedia encarta y demás recursos bibliográficos, propiciando con ello un ambiente de aprendizaje sano y motivador.

Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas. Hubo personas que nunca pensé que pondrían piedras en mí andar, y que tratarían de echar a perder la armonía que se estaba construyendo dentro y fuera del aula: Mis compañeros maestros. Entes invadidos por la amargura, frustración, miedo e inseguridad. Contemporáneos que tenían más de 3 años laborando ahí y que, lamentablemente, sufrieron experiencias donde algunos profesores les dieron la espalda, se aprovecharon de ellos y no les brindaron su ayuda en momentos de suma carencia y necesidad. Por ello los entiendo, pero no los justifico. Trabajando tan lejos de tus seres queridos, es imperante la necesidad de que ellos se conviertan en la familia que dejaste atrás. De ser aquellos que te escuchen, que te orienten y te aconsejen; pero cuando a ellos los atrapan los celos, las envidias y las intrigas, pues es imposible que se vuelvan personas de fiar. Fue una lección muy dura que tuve que aprender, pero que me permitió madurar, para que yo pudiera desempeñar un trabajo muy apreciado en el grupo de sexto grado, de la escuela primaria rural federal “Benito Juárez” turno vespertino.

A lo largo del ciclo escolar 2007-2008 que laboré en el centro de trabajo antes citado, descubrí con mucha desilusión, que existían muchos vicios en el trabajo directivo y docente: no existía el trabajo colegiado.  Había mucho egoísmo, por lo que cada quién se rascaba con sus propias uñas. El director se comportaba como una autoridad dictadora, que no mostraba ningún respeto por sus compañeros. Lo único que sabía hacer era dar órdenes y manejar la escuela a su antojo. Por lo tanto, no había unidad ni compañerismo. 

En muchas ocasiones no aguanté tal situación, por lo que varias veces entré en conflicto con el C. Director, lo que me llevó a ganar el mote de “el dedo”, puesto que reportaba al supervisor de la zona, los atropellos y excesos que allá se vivían de manera muy cruda; pero la cereza del pastel sin duda alguna se la lleva la clausura de fin de ciclo: cuando de nueva cuenta subo a la sierra, después de haber ayudado a llenar las boletas, requisitar los certificados y revisar el formato CREL de mis alumnos, me encuentro con la sorpresa de que ya se han repartido las comisiones para el festival de clausura donde me tocaron las siguientes encomiendas: dirigir y redactar el programa, elaborar el periódico mural, elaborar e imprimir las invitaciones, así como montar y preparar el último pase de lista y el tradicional vals de despedida. Al saber la decisión, me quedé anonadado por el gran cinismo y falta de compromiso que los compañeros pueden llegar a tener, por eludir su responsabilidad como docentes y desvincularse de su relación con la comunidad, en el sentido de promover las costumbres y tradiciones socio-escolares. Pero ello lo aprovecharía a mi favor; al término del programa cívico-cultural, la madrina de la generación e invitada de honor, la Sra. Emelia Villagrana López, delegada de la comunidad, mostró su admiración por el evento al que asistió, así como su reconocimiento a la labor desempeñada por un docente en particular: el Mtro. Román González Arellano. Tomó el micrófono para hablar de manera excelente del trabajo que realicé. Nunca antes habían reconocido de manera extensiva mi labor, situación que me llenó de mucha dicha y satisfacción. La cara de mis compañeros estaba llena de mucha incredulidad, en especial la de mi c. director. El tiro les había salido por la culata y recibieron su merecida lección: la sociedad sólo reconocerá el trabajo y dedicación de aquellos docentes que se lo merezcan y que se hayan brindado en cuerpo y alma a ellos; al irme de la sierra, dejé muchas experiencias positivas, negativas, pero sobre todo enriquecedoras. Así también grandes amigos, uno que otro detractor, excelentes personas y a mi ahijado y compadres.


Correo electrónico:

Breve semblanza curricular:
INGRESO AL SERVICIO FEDERAL: 1/JUNIO/2007.
LICENCIADO EN EDUCACIÓN PRIMARIA: I.E.E.N.N. GENERACIÓN 2001-2005.
MAESTRO EN METODOLOGÍA DE LA ENSEÑANZA: I.M.E.P. GENERACIÓN 2005-2008.
LICENCIADO EN DANZA REGIONAL MEXICANA: I.I.A.N. GENERACIÓN 2005-2010.
DIPLOMADO EN COMPRENSIÓN LECTORA EN LÍNEA: TEC DE MONTERREY 2010.
LUGARES DE SERVICIO DOCENTE:
PUENTE DE CAMOTLÁN, LA YESCA: DE AGOSTO 2007 A NOVIEMBRE DE 2008. AMAPA, SANTIAGO IXCUINTLA DE NOVIEMBRE DE 2008 A JULIO DE 2009. PUERTA AZUL, SANTIAGO, IXCUINTLA DE SEPTIEMBRE DE 2009 A LA FECHA


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1 comentario:

  1. Una experiencia difícil, pero muy satisfactoria. Maestros como tú necesitamos ser todos; con fuerza, carácter y ganas de cambiar a nuestro querido México. Felicitaciones, compañero :)

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