Por: Román González Arellano,
Licenciado en
educación primaria
Era
el 1° de Junio de 2007. Inolvidable la fecha. Después de pasar por periodos
difíciles cargados de esfuerzo, dedicación, paciencia, frustración, amargura,
por fin recibí de manos de la jefa de departamento las órdenes de adscripción
que me acreditarían como maestro de primaria foráneo. Recuerdo que, ante el
nombramiento que me fue otorgado, llegaron a mi mente un sinfín de sensaciones
que por un instante me dejaron pasmado y perplejo: alegría, felicidad, emoción,
sorpresa, incredulidad, golpetearon mi corazón de tal forma que aceleraron mis
pulsaciones a revoluciones inesperadas; mi madre, al saber la noticia, rompió
en llanto y me estrechó con un gran abrazo lleno de lo más sublime, lo que me
hizo entrar en razón y darme cuenta de una gran verdad: por fin cumpliré mi
sueño de trabajar en una escuela primaria e impartir cátedra a las futuras
generaciones.
Después
de saber dónde comenzaría a acumular kilometraje magisterial, preparé mis
pertenencias personales y mis ilusiones para iniciar esta gran aventura.
Destino: la región sierra. Durante el viaje hacia Puente de Camotlán (travesía
que me marcaría de por vida), contemplé hermosos paisajes que adornaban el
camino. Ver deslizarse el chorro de agua por los cerros es bastante relajante.
Apreciar los verdes valles que adornan el paisaje, generaban en mí una paz
única. Ver este bello espectáculo natural, hacían que las 8 horas de viaje
pasaran desapercibidos.
Al llegar
a Puente de Camotlán, La Yesca, me encontré con una grata impresión. No era
aquél lugar desolado e inhóspito como el que yo imaginaba. En lugar de eso
encontré un rinconcito en el cielo. Siempre expresaré mi más grande admiración
por las personas que habitan esta sucursal del paraíso. Individuos
trabajadores, respetuosos, amigables, honestos y, acorde a sus posibilidades,
extendieron siempre su mano amiga. Eran ángeles que descendieron de los campos
elíseos; aquella calidad humana, me motivó a poner en práctica una didáctica de
enseñanza capaz de cumplir con las expectativas educativas. Además, que
ayudaran a refrendar el compromiso profesional que tenemos con la sociedad. Por
lo que traté de aplicar lo que aprendí en la normal urbana y en la maestría:
diseñar una planeación de clases que le brindara a los niños la oportunidad de
mostrar lo que sabían, reconocer lo que no han adquirido y refrendar un pacto,
respecto a lo que van a aprender y cómo lo pueden aplicar en su vida diaria. Al
forjar dichos compromisos, se echó a andar una metodología que brindó grandes
satisfacciones para aquellos que tuvimos la oportunidad de llevarla a cabo.
Padres, alumnos y su maestro iniciaron una travesía de muchos aprendizajes,
comunicación permanente, actualización constante y la inclusión de las
tecnologías educativas en el aula. Con el programa enciclomedia, se pusieron en
práctica juegos interactivos, videos, la enciclopedia encarta y demás recursos
bibliográficos, propiciando con ello un ambiente de aprendizaje sano y motivador.
Sin
embargo, no todo fue miel sobre hojuelas. Hubo personas que nunca pensé que
pondrían piedras en mí andar, y que tratarían de echar a perder la armonía que
se estaba construyendo dentro y fuera del aula: Mis compañeros maestros. Entes
invadidos por la amargura, frustración, miedo e inseguridad. Contemporáneos que
tenían más de 3 años laborando ahí y que, lamentablemente, sufrieron
experiencias donde algunos profesores les dieron la espalda, se aprovecharon de
ellos y no les brindaron su ayuda en momentos de suma carencia y necesidad. Por
ello los entiendo, pero no los justifico. Trabajando tan lejos de tus seres
queridos, es imperante la necesidad de que ellos se conviertan en la familia
que dejaste atrás. De ser aquellos que te escuchen, que te orienten y te
aconsejen; pero cuando a ellos los atrapan los celos, las envidias y las
intrigas, pues es imposible que se vuelvan personas de fiar. Fue una lección
muy dura que tuve que aprender, pero que me permitió madurar, para que yo pudiera
desempeñar un trabajo muy apreciado en el grupo de sexto grado, de la escuela
primaria rural federal “Benito Juárez” turno vespertino.
A lo
largo del ciclo escolar 2007-2008 que laboré en el centro de trabajo antes
citado, descubrí con mucha desilusión, que existían muchos vicios en el trabajo
directivo y docente: no existía el trabajo colegiado. Había mucho egoísmo, por lo que cada quién se
rascaba con sus propias uñas. El director se comportaba como una autoridad
dictadora, que no mostraba ningún respeto por sus compañeros. Lo único que
sabía hacer era dar órdenes y manejar la escuela a su antojo. Por lo tanto, no
había unidad ni compañerismo.
En muchas ocasiones no aguanté tal situación, por
lo que varias veces entré en conflicto con el C. Director, lo que me llevó a
ganar el mote de “el dedo”, puesto que reportaba al supervisor de la zona, los
atropellos y excesos que allá se vivían de manera muy cruda; pero la cereza del
pastel sin duda alguna se la lleva la clausura de fin de ciclo: cuando de nueva
cuenta subo a la sierra, después de haber ayudado a llenar las boletas,
requisitar los certificados y revisar el formato CREL de mis alumnos, me
encuentro con la sorpresa de que ya se han repartido las comisiones para el
festival de clausura donde me tocaron las siguientes encomiendas: dirigir y
redactar el programa, elaborar el periódico mural, elaborar e imprimir las
invitaciones, así como montar y preparar el último pase de lista y el
tradicional vals de despedida. Al saber la decisión, me quedé anonadado por el
gran cinismo y falta de compromiso que los compañeros pueden llegar a tener,
por eludir su responsabilidad como docentes y desvincularse de su relación con
la comunidad, en el sentido de promover las costumbres y tradiciones
socio-escolares. Pero ello lo aprovecharía a mi favor; al término del programa
cívico-cultural, la madrina de la generación e invitada de honor, la Sra.
Emelia Villagrana López, delegada de la comunidad, mostró su admiración por el
evento al que asistió, así como su reconocimiento a la labor desempeñada por un
docente en particular: el Mtro. Román González Arellano. Tomó el micrófono para
hablar de manera excelente del trabajo que realicé. Nunca antes habían
reconocido de manera extensiva mi labor, situación que me llenó de mucha dicha
y satisfacción. La cara de mis compañeros estaba llena de mucha incredulidad,
en especial la de mi c. director. El tiro les había salido por la culata y
recibieron su merecida lección: la sociedad sólo reconocerá el trabajo y
dedicación de aquellos docentes que se lo merezcan y que se hayan brindado en
cuerpo y alma a ellos; al irme de la sierra, dejé muchas experiencias
positivas, negativas, pero sobre todo enriquecedoras. Así también grandes
amigos, uno que otro detractor, excelentes personas y a mi ahijado y compadres.
Correo
electrónico:
Breve
semblanza curricular:
INGRESO AL SERVICIO FEDERAL:
1/JUNIO/2007.
LICENCIADO EN EDUCACIÓN
PRIMARIA: I.E.E.N.N. GENERACIÓN 2001-2005.
MAESTRO EN METODOLOGÍA DE LA
ENSEÑANZA: I.M.E.P. GENERACIÓN 2005-2008.
LICENCIADO EN DANZA REGIONAL
MEXICANA: I.I.A.N. GENERACIÓN 2005-2010.
DIPLOMADO EN COMPRENSIÓN
LECTORA EN LÍNEA: TEC DE MONTERREY 2010.
LUGARES DE SERVICIO DOCENTE:
PUENTE DE CAMOTLÁN, LA
YESCA: DE AGOSTO 2007 A NOVIEMBRE DE 2008. AMAPA, SANTIAGO IXCUINTLA DE
NOVIEMBRE DE 2008 A JULIO DE 2009. PUERTA AZUL, SANTIAGO, IXCUINTLA DE
SEPTIEMBRE DE 2009 A LA FECHA
Una experiencia difícil, pero muy satisfactoria. Maestros como tú necesitamos ser todos; con fuerza, carácter y ganas de cambiar a nuestro querido México. Felicitaciones, compañero :)
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